'Sabed que él está cerca' Evangelio 17 de noviembre del 2024. Por el Padre Héctor de los Ríos.

"SABED QUE ÉL ESTÁ CERCA"

Finaliza el Tiempo Ordinario del año litúrgico, que es “coronado” el próximo domingo con la festividad de Cristo Rey.

Y hoy se nos presenta en el Evangelio, con lenguaje apocalíptico, el final de los tiempos, tope y meta tenaz e inamovible, por más que lo disimulemos con las tinieblas de nuestra imaginación evasiva.

Sin embargo, los que creen en Jesús no han de temer… Él anuncia su vuelta y regreso, pero volverá cuando acabe el tiempo para juzgar a todos como juez y padre salvador.

Si vemos así el final de estos tiempos, como momento de encuentro con Jesús, el miedo quedaría mitigado y nuestro corazón se encontrará lleno de alegre esperanza en ese encuentro.

Estamos, en definitiva, ante una llamada a estar atentos a la voz del Señor, no para tener miedo, sino para saber que el Señor quiere saber de nuestra vida y de lo que hemos hecho en ella.

LECTURAS:

Lectura del Profeta Daniel 12, 1-3 :
"Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora…"

Salmo 15
R/ "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti."

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11-14. 18:
"Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar pecados…"

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 13, 24-32:
"… En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre…"

Reflexión del Evangelio de hoy

Todos los años, al final del año litúrgico, nos encontramos con el discurso escatológico de Jesús, y del cual es necesario reflexionar sobre su sentido, que no es para anunciar una serie de desgracias y situaciones negativas, que sí pueden ocurrir, sino para resaltar que, ocurra sobre lo que ocurra, la victoria de Jesucristo sobre el mal es lo que se nos presenta y anuncia.

Ya los primeros cristianos de Roma, para quien San Marcos había escrito este evangelio, vislumbraban en su horizonte grandes pruebas o momentos que iban a vivir. En primer lugar, el recuerdo de la muerte de Jesús, que supuso un cierto hundimiento de sus esperanzas, aunque se sintiesen fortalecidos con el anuncio de su resurrección. En segundo lugar, tenían una dura prueba en las persecuciones que inició el emperador Nerón (años 64-67) y en las que murieron Pedro y Pablo. Y, en tercer lugar, la destrucción de Jerusalén por los romanos, en el año 70, que hará desaparecer todo vestigio de la relación de encuentro del pueblo judío con Dios, durante muchos siglos.

Estos momentos difíciles que se acercaban ya lo habían sido años atrás como lo recuerda la primera lectura, que amenazaban con borrar todo signo de identidad del pueblo elegido. Y el libro de Daniel quiere hacer frente a esas duras realidades que tenía que vivir el pueblo elegido manteniendo firme su esperanza… Y Jesús se sirve de este estilo apocalíptico para afirmar la esperanza de los elegidos a pesar de las desgracias que realmente suceden.

Jesús, precisamente, anuncia que todas las catástrofes tenían que suceder en el devenir de la historia pero que eran signo de la acción de Dios para salvar a su pueblo… “se levantará Miguel… y salvará a su pueblo”.

Así nos lo anuncia en su evangelio San Marcos, que quiere llegar a todas las gentes como Buena Nueva de salvación para aquellos “que se encuentran en las tinieblas”.

No olvidemos que los primeros cristianos también fueron llamados a la fidelidad en tiempos difíciles y que nosotros también estamos llamados a vivir en esa fidelidad. Y la plenitud llegará, pero será cuando el Padre Dios lo quiera.

Y nosotros, pues no debemos aguardar a que ese momento final de la vida llegue para arreglar “nuestras cosas” con Dios, ni hemos de pensar que en un instante vamos a realizar lo que no hemos sido capaces de hacer durante toda la vida. Nuestro último destino dependerá, en gran medida, de cómo hayamos vivido todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia.

Al final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy bueno” (Gn 1,31). Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la marcha del más acá, porque es aquí donde tenemos que desarrollar nuestra actividad para contribuir a hacer un mundo más bueno y humano, empezando por ser cada uno un poco más humano cada día.

“El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” nos dice al final el evangelio, porque sólo Dios permanece para siempre y él es el que da sentido a la existencia humana.

Después de leer y orar estas lecturas ¿es Dios el refugio de mi vida en los momentos difíciles, como nos sugiere el salmo responsorial y como lo fue para los primeros cristianos? Con el versículo del aleluya ¿me siento confiado al revisar mi vida, para presentarme ante Dios?


Evangelio del domingo 17 de Noviembre del 2024